«Magic Universe» de Mad Land (Madrid)

Los chicos de Mad Land se unieron con Mad Mansion para crear una sala única: Magic Universe. Desde el anuncio hubo muchísimo hype, y no podíamos esperar a jugarla. Pero ya os adelantamos algo: no estábamos preparados para lo que nos aguardaba. ¿Listos para conocer nuestras impresiones?

HISTORIA

En la web oficial no revelan nada sobre la trama, así que os tocará descubrirla durante la partida. Y sinceramente, mejor así: cuanto menos sepáis, más os va a sorprender. Lo que sí os podemos adelantar es que, aunque la estética de algunos elementos irremediablemente os lo recuerde, no tiene nada que ver con ese famoso niño mago de gafas. 

INMERSIÓN

Mad Land define Magic Universe como una experiencia narrativa física, emocional y sensorial. Y no podríamos estar más de acuerdo.

Esto no es una escape room al uso. Es la evolución del concepto. Desde el momento en que pones un pie en sus instalaciones, te sumerges por completo en una historia mágica. Cada detalle está mimado al máximo para que vivas tu propia aventura en primera persona.

Sonido, iluminación, efectos especiales, game masters… todo está perfectamente integrado para que, durante dos horas y media, vuelvas a ser un niño. Y no es una exageración: más de uno del grupo soltó alguna que otra lagrimilla de pura felicidad. El famoso efecto wow es real en esta sala.

JUEGO

La jugabilidad es otro de los puntos fuertes que nos dejó con la boca abierta. Todas las pruebas están totalmente integradas en la narrativa, y consiguen algo difícil: que sientas que tus acciones tienen un impacto real en el mundo que estás explorando.

Los juegos son creativos, hermosos, y están diseñados con un mimo impresionante. No hubo ni una sola prueba que no nos hiciera exclamar un “¡madre mía!” o que no nos dejara con los ojos como platos. De hecho, ahora mismo ostenta el puesto número 1 en nuestro ranking de pruebas más alucinantes dentro de una sala. Bueno, y el puesto 1 en nuestro ranking de Madrid, en nuestro ranking general…

En cuanto a la fluidez, es altísima. Siempre hay algo que hacer, sin bloqueos ni tiempos muertos si te organizas bien. Las pruebas no son excesivamente difíciles, lo que permite que todo avance con buen ritmo. Y lo más sorprendente: en una sala de dos horas y media, el tiempo vuela. Cuando llegamos al final, no queríamos que se acabara.