Llegas corriendo a tu armería de confianza. Golpeas el mostrador con las manos, asustando al armero, quien inmediatamente se echa a reir.
-No es buena idea asustar a un armero, canalla.
Te disculpas. El golpe y la carrera hasta ahí te han puesto de los nervios. Le cuentas que te han disparado y necesitas reconocer la bala.
-A ver, enséñame esa bala.
Rebuscas en tu bolsillo y lo encuentras vacío. ¿Dónde la has guardado? Metes la mano en un bolsillo tras otro, en tu ropa, en la mochila… Nada. ¿Se te ha caído o acaso Bermejo te la ha cogido cuando no mirabas?
-No pasa nada, prenda. Mira a ver si la reconoces entre las que tengo.
¿Cuál es la bala correcta? ¿La recuerdas?